Respétame

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30 de junio de 2009

Él y mis alas

Quiero un pelo largo y negro, para hacerme dos trenzas. Y cuando me ponga un vestido blanco, pareceré una de mis muñecas de porcelana... Puede que entonces me entren ganas de sonreír, como a ellas. O quizá no, pero siempre he querido un pelo largo y negro.
Cuando miro por la ventana veo los árboles que se mueven a merced del viento y, a veces pienso que soy como ellos... moviéndome a merced de los demás. O peor aún, puede que sea como una de esas ramas secas que la gente pisa y rompe sin darse cuenta siquiera de que estaban en el suelo. Hay demasiadas cosas de las que la gente no se da cuenta... Como que puedo tocarme la punta de la nariz con la lengua, hacer grullas de papel, o descubrir sus almas simplemente mirándoles a los ojos. Pero ellos nunca me miran a los ojos... Se quedan eones antes, en lo superficial, donde nunca van a conocerme. Por eso seré como un árbol, una rama o una flor escondida tras el arbusto seco del fondo de tu jardín.

Y cuando camino sola por la calle, aislándome de todo lo que pueda hacerme daño, me imagino que me salen alas y puedo irme muy lejos volando. Imagino que me elevo sobre las cabezas de ellos, que tampoco se han dado cuenta de que me he ido. Atravieso el cielo y, cerrando los ojos, me pierdo entre las nubes. Buscando un sitio tranquilo donde poder aterrizar para respirar hondo y asegurarme de que he escapado de todos, y puedo ser lo que yo quiera.

Pero entonces, en medio de mi sueño, él me coge de la mano y me sonríe. Y ya no quiero salir volando, quiero que me agarre de la cintura y me impida marcharme. Porque sólo estando cerca de él, siento que puedo tener alas aunque no las vea. Y él sí sabe que me toco la punta de la nariz con la lengua, que hago grullas de papel y que puedo saber en cada momento cómo se siente su corazón... Porque no hace falta que diga nada, tengo su corazón en mi pecho y vivo lo que él vive en su interior. Por eso tampoco puedo marcharme lejos... si no es con él. Porque los dos somos uno. Y aunque no tenga cara de muñeca de porcelana, o me sienta a veces como un árbol, él mira a través de mis ojos y de mis lágrimas. Las acaricia, las seca y me apreta fuerte contra su pecho. Y quién quiere unas alas para irse lejos, cuando al lado tiene el único destino que podría alcanzar con ellas.

3 comentarios:

marta dijo...

Qué bonito. Es precioso, de verdad.
Muy dulce y bien expresado.
Un beso MUYGRANDE :)

P dijo...

Que bonito texto :) y la foto también me gusta mucho.
Hace un montón que no hablamos porque no me paso por mi blog (ni por ningún otro jaja) qué tal todo?
Un beso :*

Silvia dijo...

Creo que es el texto que más me gusta de tu blog o.O precioso y sincero, en serio. Me gusta mucho como escribes ^^