
Pues no puedo, se me ha acabado la tinta.
La tinta y las ganas de seguir rimando versos para que vuelvas a buscarme. Porque si he tirado todas tus miradas y he vendido todas tus caricias, no entiendo cómo no consigo librarme de tu turbio recuerdo.¿Que lo ignore? ¿Que me haga la loca? No, cielo, YA estoy loca. Porque papá me decía que no era cuerdo ni de señoritas, quedarme tirada en el suelo con una copa de whisky manchada de carmín.
Te llevaste la maleta, tus fotografías, el paragüas, mis fuerzas, mis ganas de buscar un nuevo futuro, mi sonrisa y las grapas que podría usar para fingir una.Y ahora ¿Qué? Ahora vuelve y dame una razón de peso para creer tus excusas o para olvidarme de todo. Vuelve para ayudarme a escribir la carta que hace meses garabateo y que sé que jamás recibirás. Vuelve para llevarte lo que aquí te queda: mi corazón -o sus restos- y los vasos llenos de lágrimas que llevan tu estúpido nombre.Pero, si no piensas regresar, hazme el favor de dejar de caminar por los pasillos de esta casa, de dejar de aparecer en mis sueños y convencer a mi mente para que no te reclame en la soledad de mis noches. Si no piensas regresar, coge esta carta y quémala hasta que se combierta en polvo que se esfume por la chimenea. Porque tu recuerdo es la cárcel de mi descanso, y estas palabras, las cadenas que me atan a la más dura eternidad.
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