Ven a la cama, te estoy esperando con una rosa. Trágate todas mis mentiras y cree mientras te abrazo que eres la única.Tengo tantos perfumes en los pulmones que no puedo distinguir cuál es el tuyo, pero aún así te digo que emanas el olor más apetecible y delicioso que jamás he podido disfrutar.Sonríes. Como cada noche, todo va bien.¿Te gustan las flores? Como a todas, y ni te imaginas lo que dan de sí cinco dólares en insulsas rosas rojas. Pero bien valen la pena teniendo en cuenta la forma en la que me lo agradecéis.
Podría tirarte por las escaleras, podría guardarme en el bolsillo de la chaqueta los diamantes de tu ex marido y pasarme un par de días con lágrimas de cocodrilo. Porque para la noche, tengo aún quince rosas rojas y una agenda llena de nombres.No tienes ni idea de nada de esto y te conformas con estar ahora aquí entre mis brazos. Pero no te engañes, no me das los mejores besos. Y no te llamo Lucy porque es el nombre de la protagonista de la película que vi ayer con unos colegas.
Es muy fácil calmarte con caricias cuando sospechas algo. Y decirte 'Qué eterna se vuelve la madrugada cuando tus suspiros se resbalan entre mi piel' -benditas bolsitas de azúcar- para que vuelvas a ese estado de confianza hipnótica.No me tengas rencor, algún día te contaré todo esto.Disfruta.Quizá cuando tu compañía se me torne monótona, merezcas saber la verdad.
12 de mayo de 2009
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