
Podría tirarte por las escaleras, podría guardarme en el bolsillo de la chaqueta los diamantes de tu ex marido y pasarme un par de días con lágrimas de cocodrilo. Porque para la noche, tengo aún quince rosas rojas y una agenda llena de nombres.No tienes ni idea de nada de esto y te conformas con estar ahora aquí entre mis brazos. Pero no te engañes, no me das los mejores besos. Y no te llamo Lucy porque es el nombre de la protagonista de la película que vi ayer con unos colegas.
Es muy fácil calmarte con caricias cuando sospechas algo. Y decirte 'Qué eterna se vuelve la madrugada cuando tus suspiros se resbalan entre mi piel' -benditas bolsitas de azúcar- para que vuelvas a ese estado de confianza hipnótica.No me tengas rencor, algún día te contaré todo esto.Disfruta.Quizá cuando tu compañía se me torne monótona, merezcas saber la verdad.
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