- No creo que haya sido jamás propensa a las bromas. Te hablo muy en serio, Paul. Dejo este trabajo.
- Señor Smith, si no te importa.- ¿Desde cuándo? ¿Dónde habían quedado ahora aquellos coqueteos unidos a la insinuante fras de: Llámame Paul?
>>Sophie torció el gesto dejando escapar para sí una sonrisita. Recordó vagamente el verano pasado, y la casita perdida entre las montañas de Andorra. Había sido tan estúpida de pensar que su jefe se había enamorado de ella. Y perdió exactamente casi un año de su vida, pasando el día a día en la mentira más bien entrelazada en la que había caído. 'Un polvo' Pensó con desprecio. 'Tantas atenciones para simplemente poder echar un polvo con la rubia tonta de su empleada.' Y, aquella sonrisita pasó a ser una mirada de odio.
- Dimito, Señor Smith. Y, no hay más que hablar. Estoy en mi pleno derecho, ¿No? Encontraréis sin problemas a cualquier niñata joven y sexy a la que poder tiraros. Pero, dudo que llegue a ser ni la mitad de buena arquitecta que yo.
- Eres estúpida.- Gruñó Paul, haciendo un notable esfuerzo por no abofetearla víctima de la humillación y la derrota.- Vas a tirar por el balcón tu formación, tu empleo y tu sueldo. Y, ¿A qué te dedicarás ahora?- Bromeó.- ¿Camarera?
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