Volviéronse a escuchar los truenos, la violenta lluvia que arrasaba con todo y, el viento que ahora traía una deprimente sinfonía de corazones rotos y muerte.
Aullaron de nuevo los lobos, con tristeza. Y, se cerró aún más la noche dejando a los dos amantes en sus últimos instantes de intimidad.
Encontraron el cuerpo de la joven a la mañana siguiente. Descansando junto a su amado, aparentando la más tierna felicidad. Realmente, nadie le dio importancia a ese suceso... Christine había perdido el juicio. Su muerte había sido la mejor solución para su sufrimiento -o así lo vieron todos.- De modo que se limitaron a enterrar sus restos junto a la estatua que había servido de reposo para su cadaver.
Lo que nadie notó -o nadie quiso notar- es que, desde esa noche... Las brisas son más frías en el cementerio de Highgate. Y, aquél ángel... Aquél ángel que parecía impasible ante las súplicas de Christine, ya nunca más volvió a sonreir ante nadie.
23 de noviembre de 2009
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1 comentario:
ouch!
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